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Sexo y drogas, una combinación peligrosa

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Sheila

El alcohol y las drogas son populares porque provocan un estado de euforia o porque disminuyen las inhibiciones. En general, el efecto de estas sustancias es un mal consejero a la hora de tener sexo, pues puede provocar que se deje de lado una protección tan importante como es el condón.

Sin embargo, el uso de drogas se está extendiendo cada vez más con el objetivo, precisamente, de tener sexo sin inhibiciones, por ejemplo, entre hombres. Ya que la homosexualidad ha sido un tabú durante mucho tiempo, a veces algunos varones se apoyan en ciertas drogas, ya sea para aceptar que sienten atracción por otros hombres, o bien, para resistir largas sesiones de fiesta y sexo que duran varios días, conocidas como chemsex.

Viviendo al límite, sexo y drogas

El término chemsex viene de las palabras en inglés “chemical”, es decir, “químico”, y “sex”, o sea, “sexo”. Se refiere a fiestas privadas donde las personas, esencialmente hombres homosexuales, se reúnen para mantener relaciones sexuales durante días (por ejemplo, de viernes a domingo).

Las drogas que se consumen en esos ambientes tienen dos finalidades: vencer el cansancio que se acumula y hacer más intensas las sensaciones de la actividad sexual (o, por ejemplo, disminuir el dolor que se puede presentar en el sexo anal).

En países como Estados Unidos, España y otros, el chemsex se ha convertido en una práctica muy extendida, al grado de que es un tema central en las estrategias de prevención del VIH, ya que la población de hombres gay, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres (HSH) es de las más afectadas por la epidemia en muchos países del hemisferio occidental.

Este tipo de fiestas encendieron luces de alerta en dos aspectos. Una de ellas es la posible transmisión del VIH y otras infecciones de transmisión sexual a raíz del poco o nulo uso del condón. La segunda es el consumo de drogas ilegales que pueden causar daños importantes a la salud si las dosis son muy elevadas o si contienen ingredientes distintos a la droga que se cree que se está consumiendo.

De los males, el menor

Dentro de las estrategias para prevenir el VIH, existe una perspectiva llamada reducción de daños. Ésta consiste en que, al tratar con una práctica que puede ser nociva para la salud, pero que no es factible erradicarla, se recomienda tomar precauciones para que dicha práctica provoque el menor daño posible.

La primera y más exitosa de estas estrategias fue la que se realizó entre las personas que se inyectan drogas. Cuando el VIH empezó a propagarse en esta población, debido a que muchas personas compartían las agujas y demás equipo de inyección, se pusieron en marcha programas de reparto de jeringas nuevas y desechables, y se hicieron campañas informativas que explicaban la importancia de usar una jeringa para una sola persona.

Este enfoque de prevención del VIH entre usuarios y usuarias de drogas inyectables ha logrado disminuir la prevalencia del virus en esta población en aquellos países donde se ha implementado con consistencia.

¿Cómo cuidarse durante el chemsex?

Para aminorar los riesgos del chemsex, se han creado también estrategias de reducción de daños. Éstas incluyen la protección que se procura dentro de las fiestas de chemsex y la que se obtiene fuera de ellas.

Si alguien ya está decidido a participar en una fiesta de este tipo, las precauciones pueden ser

  1. Obtener las drogas con personas de confianza, que vendan realmente lo que dicen vender. Además, es importante conocer las dosis y efectos de lo que se consumirá.
  2. Llevar suficiente material preventivo: condones, lubricante, kits de inyección desechables, guantes de látex y todo lo que se pueda necesitar durante uno o varios días.
  3. Llevar los medicamentos que se están tomando. Por ejemplo, si alguien está bajo tratamiento contra el VIH o contra el virus de la hepatitis C, deberá tener consigo las dosis que debería tomar en horarios en los que estará en la fiesta.
  4. Descansar cada tanto tiempo, relajarse.
  5. Mantenerse hidratado y comer (aunque no se tenga hambre debido al efecto de las drogas).

Además, es muy importante conocer el estatus serológico, es decir, hacerse una prueba de VIH, y en caso de que la persona ya haya recibido un diagnóstico, seguir al pie de la letra su tratamiento antirretroviral, lo que mantendrá controlada la infección y disminuirá la posibilidad de transmitir el virus a otros.

En resumen, el chemsex no es una práctica recomendable, pero es una realidad que hay que afrontar para tratar de reducir el impacto del VIH en la población de hombres gay que la llevan a cabo.

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